Disforia Sexual
La Disforia Societal se encuentra estrechamente relacionada con la disforia enfocada alrededor de la sexualidad, las relaciones sexuales, y el acto sexual. Las reglas de género heteronormativas vienen cargadas con la expectativa de que las personas AMAN tendrán el rol activo y las AFAN tendrán el pasivo. Estas dinámicas son reforzadas por los medios populares, por la masculinidad tóxica, y especialmente por la pornografía, incluso en la pornografía transgénero (la mayoría de la pornografía trans/cis involucra a la mujer trans con el rol activo, cuando en realidad la mayoría de las mujeres trans son pasivas). Desviaciones de estos roles frecuentemente resultan en vergüenza, tanto por parejas como entre pares.
Por supuesto, esto no es absoluto en ningún caso, y muchas parejas cis heterosexuales encuentran formas para salir de estos moldes, encontrando nuevas dinámicas en su relación, o involucrándose en fetiches para satisfacer sus deseos. Algunas parejas encuentran que no son sexualmente compatibles en lo absoluto y encuentran otras parejas. Sin embargo, hay demasiadas presiones externas desalentando esta clase de auto realización y exploración, y escapar de esas demandas puede ser extremadamente difícil, incluso traumático. Esto es particularmente cierto cuando hay un trasfondo de conservadurismo y moralismo religioso.
Las relaciones gays cisgénero lo evaden en virtud de la necesidad, abriéndoles las puertas a los individuos para explorar qué roles les satisfacen más. Algunas parejas gays tienen establecida una dinámica de dominante/sumiso, y entran en la relación bajo ese entendimiento. Otras lo resuelven intercambiando quién será el dominante. Aún así, las relaciones gays pueden quedar atrapadas en este tipo de expectativas respecto a las dinámicas butch/femme, oso, y twink.
¿Qué significa todo esto? Que las personas trans que entran en relaciones percibidas como heterosexuales antes de la transición, algunas veces se encuentran perdiendo interés en el coito, dado que los actos penetrativos no les producen la satisfacción que esperarían. En casos extremos, puede sentirse completamente incorrecto e inducir pánico. Las sensaciones pueden percibirse como placenteras, pero la experiencia está fuera de lugar, y el acto mismo se siente forzado.
Did any other trans girls get to the point pre-transition where they had to basically dissociate in order to top or was that just me lol
Esto puede llevar a unx a sentirse menos entusiasta o incluso desinteresadx en el sexo, pues la mitad de lo que lleva al deseo sexual es la conexión mental con la situación. Muchas personas trans nunca tienen sexo hasta la adultez, operando funcionalmente como asexuales debido a la severidad con la que su disforia ha apagado todo deseo sexual. Puede que aún lo desempeñen pensando en sus parejas, pero no obtienen el disfrute que podrían, e incluso terminan desconectándose de la realidad alrededor suyo con el fin de completar la tarea.
Esta disforia puede ser tan significativa, que pueden encontrarse tomando una identidad sexual con la que en realidad no conectan. No es inaudito que una persona trans se de cuenta, tras salir del clóset, de que en realidad nunca sintieron una conexión hacia la orientación sexual con la que anteriormente se identificaban, sino que la estaban usando como una forma de sentirse menos disfóricxs en su vida sexual.
Algunas mujeres trans, por ejemplo, se identifican como hombres gays previo a la transición, llevadas por el deseo de tener una pareja que las trate como mujeres durante el sexo, pero se dan cuenta de que en realidad son lesbianas una vez que esta demanda se va. Otras pueden intentar llevar una vida como hombres gays, pero darse cuenta de que el rol no les satisface porque saben que su pareja las ve como hombres.
La Coercitiva Mirada Masculina
Nota de la autora: Este tipo específico de disforia sexual es difícil de explicar en términos generales, así que voy a desviarme un poco aquí y escribiré desde mi experiencia personal. Lo siguiente está presentado desde mi perspectiva como una mujer trans binaria. Como tal, puede no ser con lo que todas las personas trans se identifiquen. Mis disculpas.
Hay un dicho que es muy conocido en los círculos lésbicos: “¿Quiero ser ella, o estar con ella?
Puede ser difícil diferenciar entre la atracción sexual y la envidia, especialmente cuando eres un adolescente trans en el clóset. Nuestra sociedad entera está cimentada sobre la heterosexualidad, es sencillamente el estándar cultural por defecto, hasta el punto de que incluso lxs niñxs pre-pubertxs son bombardeadxs con mensajes sobre la atracción masculina y femenina. Consecuentemente, cualquier interés en los aspectos de la vida del sexo “opuesto”, es casi siempre de inmediato percibido como atracción sexual.
¿Cuál es el resultado de esto? Usualmente… vergüenza. Lxs niñxs trans frecuentemente internalizan su mirada hacia sus pares basada en su verdadero género, y uno no objetiviza a sus iguales. Por lo tanto, el o la niñx se siente motivadx a esconder esos intereses debido al deseo de no ser vistx involucrándose en esa clase de objetivización sexual. Esto se hace más complejo si, el o la niñx ha sido criadx en un ambiente con códigos morales muy estrictos, tales como en un hogar religioso y conservador.
Creciendo como un adolescente trans en un hogar evangélico cristiano sabía que, si me descubrían mirando a mujeres, lo que sería interpretado de forma sexual, sería castigada. Sabía que, si alguna vez me descubrían jugueteando con ropa de mujer, habría un montón de preguntas incómodas que no estaba preparada para contestar. Esto suponía un serio problema para mí, siendo alguien con una fuerte fascinación por la moda femenina, en particular la lencería.
Hay un episodio de los Simpsons en el que Moe Szyslak es puesto en un detector de mentiras, y al final del test termina confesando que pasará la noche viendo un catálogo de lencería del supermercado. Todo el quid de la escena, y la fuente de la comedia, es la vergüenza puesta sobre Moe por involucrarse en este desesperado acto de objetivización. Yo crecí sabiendo que esta sería la forma en la que sería percibida por mi interés en la ropa femenina.
Por miedo y vergüenza, hice de todo para esconder esta pasión, porque simplemente no podía soportar a alguien leyéndome como el chico adolescente que se masturba con cualquier material que caiga en sus manos. Lo que hizo este miedo aun peor fue que yo también creía que mi interés era sexual.
Cuando ves el mundo a través de lentes con forma de pato, todo luce vagamente como un pato. El único marco de referencia que me fue dado para entender mi interés hacia las mujeres era el del deseo sexual, y por lo tanto todo interés femenino que tenía terminaba deformado como un deseo sexual. Mi deseo de ser una novia se tornó en un fetiche nupcial, mi deseo de tener hijxs se transformó en interés por porno de embarazadas, y mi propia necesidad de ser una chica se redireccionó hacia un fetiche de travestismo.
Pero encima de todo esto, estaba aterrada de ser vista expresando legítimo deseo sexual en otra mujer. Tenía amigos varones que eran notorios mirones y babeadores; uno de mis antiguos empleadores tenía el horrible hábito de quedarse mirando lascivamente a mujeres atractivas cuando salíamos a almorzar, lo que me hacía sentir sumamente incomoda de ser vista con él.
No soportaba ser asociada con la mirada masculina. Incluso alrededor de las mujeres más hermosa, evitaría siquiera voltear a verlas, porque no quería ser vista como el tipo de persona que se queda mirando a las mujeres. No quería ser vista como un depredador.
Esta es la coerción de la mirada masculina: la heterosexualidad obligatoria impuesta sobre mujeres trans en el clóset debido a ideologías heteronormativas. Es una disonancia cognitiva que causa un intenso sentido de culpa y vergüenza alrededor de la apreciación de tus pares y los intereses del género.
Una vez que remueves este marco de referencia masculino – cuando eres capaz de percibirte a ti misma como mujer y aceptar que estos intereses y observaciones son válidos – esa vergüenza y culpa se evaporan. Incluso cuando el interés es lésbico en su naturaleza e incluye un genuino deseo sexual, ya no está manchado por esta capa de objetivización. Yo soy capaz de apreciar la feminidad y belleza de mis pares femeninas sin juicios, y puedo darles cumplidos sin sentir temor de ser percibida como una acosadora, o que mis intenciones sean malinterpretadas.
Era una disforia que no habría podido poner en palabras hasta que finalmente fue aliviada. Estaba incluso más aliviada cuando empecé a integrarme en espacios de mujeres queer y me di cuenta de que las mujeres tienen tanto deseo como los hombres, simplemente somos (usualmente) más respetuosas al respecto. Fue la liberación de una culpa que ni siquiera sabía que estaba cargando.